Yomber Rumbos, barítono del Ensamble Ars Vocal, reconoce que cuando se ofrece conciertos didácticos a un público infantil se trata de que los intérpretes canten con los niños y viceversa; a lo que el tenor del mismo ensamble César Ignacio Liendo agrega que se hace poco a poco, repitiendo y con gestos que llamen la atención de un público que cuando se concentra tiene una mente muy ágil. Sin embargo, hoy, desde las 20:00 en el Paraninfo de la Casona Universitaria, luego de la intervención del Coro Escuela de Arte Sagrada de Chile, las mentes ágiles estarán centradas en cantar.
Es que esta noche el segundo grupo sobre el tablado será el Coro de Niños de la Universidad de Guayaquil, que este año cumple su décimo quinto aniversario de existencia y de participar en el Festival Internacional de Coros “El Canto Coral Hermana a los Pueblos”, en el que Ars Vocal también está participando.
Una diferencia interesante es que el actual Ars Vocal es una nueva generación, iniciada en 2008, de un ensamble que duró 13 años y participó de la edición veintitrés de la fiesta coral.
El miércoles los niños ensayaban en el Salón Azul de la Casona y Ars Vocal en el Instituto Experimental de Música de la Universidad de Guayaquil.
El director y tenor del ensamble venezolano, Luis Aponte, considera una suerte trabajar con coros de niños y resalta que para ello se debe estar claro en lo rítmico, lo melódico y la expresión corporal.
Así como el festival se ha vuelto tradición en América, la participación en él del Coro de Niños de la Universidad de Guayaquil también lo es.
Desde hace 12 años a los infantes los dirige el maestro Francisco Aguilera, quien no solo está enfrascado en que los 2 o 3 ensayos por semana, sábados y domingos, de 2 horas (16:00 a 18:00 o 14:00 a 16:00) rindan fruto, sino también los de esta semana (17:00) en la Casona, para el concierto de gala de hoy y próximas presentaciones.
El director adelanta que habrá festivales con otros coros y músicos, además de una sesión solemne en la que se hará un canto con todos los ex integrantes (algunos ya tienen entre 18 y 22 años) del coro de niños, aproximadamente 250 personas.
Aguilera confiesa tener muchas expectativas en las últimas generaciones del grupo, porque han logrado comprender y amar el trabajo coral, por lo que los forma musicalmente para tener intérpretes más académicos corales.
Esta noche ofrecerán once temas, entre cantos gregorianos, Stabat mater y música popular ecuatoriana, venezolana, en inglés y latinoamericana, pensando que el festival siempre les sirve a los niños como su vitrina al mundo.
Junto con Maritza Echeverría, coordinadora del coro, una suerte de figura maternal, y su asistente y acompañante en los instrumentos Álex Mora, Aguilera reconoce que la paciencia, el amor por el trabajo coral con niños, el conocer los tiempos y psicología de ellos ha permitido elegir un repertorio que entienden y que les gusta, pero recordando que algunos dejarán el grupo a medida que crezcan y sus voces ya no se acoplen.
Eduardo Castillo Alvarado, de 16 años, quien lleva 6 años en el coro, reconoce que la institución está en constante crecimiento porque han avanzado en la dificultad de las obras.
Añade que al trabajar para el festival los ensayos son más rigurosos, porque es un rol importante el que se desempeña.
Para el joven la reunión de los cantantes que integraron el coro permitirá que el presente se junte con la historia del grupo.
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